La abundancia no es algo que adquieres, sino algo con lo que sintonizas.
Wayne Dyer
Querido lector, querida lectora, lo que voy a transmitirte a continuación es quizás la cuestión más importante que he aprendido en toda mi vida. Es de hecho la chispa que prende todo lo bueno que nos ocurre, es el principal secreto detrás de cómo amar, de cómo tener salud, cómo ser rico, cómo ser feliz, cómo ligar más. Es lo que marca la diferencia en cómo vivimos (y al final de estas líneas comprenderás que también en cómo morimos), en todo lo que pensamos, decimos y hacemos.
Es la razón de existir de este blog.
¿Me acompañas?
Existe dos maneras de ver el mundo, con mentalidad de abundancia, o con mentalidad de escasez. Yo he estado casi toda la vida viendo el mundo tras los cristales de la escasez y sólo recientemente he empezado a, primero, comprenderlo y, segundo, a actuar.
Una vez más, te aviso que aún soy un mero aprendiz en este campo, pero tengo la sospecha de que si yo sé transmitir lo que he aprendido y tú eres capaz de asimilarlo y empezar a ponerlo en práctica, este conocimiento puede hacerte abrir los ojos.
Como de costumbre, te lo contaré en algunas historias personales.
Escasez de dinero
Desde que era pequeño he escuchado decir en casa «cuando tenga dinero», o «cuando tenía dinero». Desde luego en el presente nunca había dinero. No importaban los muchos millones en la cuenta, las muchas propiedades y sus posibilidades, las nóminas a fin de mes, el conocimiento, la salud, la energía o la creatividad.
Lo importante es que en el presente había siempre una sensación de escasez, de «no hay suficiente».
Así crecí y así aprendí a tomar decisiones, desde el «no hay» sin importar lo que realmente hubiera.
Robert Kiyosaki explica que mientras los pobres siempre dicen «no puedo comprar esto», los ricos dicen «vamos a ver cómo podríamos hacer para comprar esto».
En el primer caso se expresa la mentalidad de escasez, en el segundo la mentalidad de abundancia.
Escasez de pelo
Cuando tenía unos dieciséis años me empecé a dejar el pelo largo, muy largo. Tenía pelo por todos los lados, incluso en algunas ocasiones me caía hasta la mitad de la espalda, pero como era fino y veía que algunas personas tenían mucha más densidad capilar que yo, yo pensaba que me estaba quedando calvo y que era cuestión de meses el no tener nada de vello en la cabeza.
Mi pensamiento diario sobre mi pelo era que apenas tenía pelo. Lo miraba y tocaba continuamente. No importaba que cada milímetro de mi cabeza tuviera cientos y cientos de pelos, porque en mi mente yo apenas tenía pelo.
No importaba que otras personas me dijeran que tenía un pelo increíble, lo importante para mí era lo que mi mente creía: No tenía pelo.
En el momento de escribir este capítulo cuento con treinta y cinco años, tengo más o menos la vigésima parte de pelo que tenía con dieciséis años, y sé que tengo muchísimo pelo y además estoy agradecido por ello.
En el primer caso expresaba la mentalidad de escasez, en el segundo la mentalidad de abundancia.
Mi aventura de escasez con mi socio
Durante cuatro años tuve un socio. A principios de 2015 empezamos una aventura por internet en donde desde el primer día intentamos ganar lo que nosotros llamábamos «mucho dinero» y, aunque trabajábamos muchas horas, nunca terminábamos de conseguir esas esperadas ganancias.
Durante años mi socio repetía una y otra vez una frase: «Antonio, ganamos mil euros al mes cada uno con nuestro propio negocio, podemos vivir de ello y eso ya es mucho más de que la mayoría de las personas pueden decir».
A finales de 2018 yo volví de La India, y exactamente la misma semana en la que volví me di cuenta de que llevábamos cuatro años trabajando con la mentalidad de pobreza incrustada en nuestros pensamientos y acciones, por eso le dije que esa frase que tanto me repetía encerraba un gran pensamiento de escasez, y que si él consideraba que mil euros eran suficientes, yo ahora pensaba que cien mil, o doscientos mil, empezaban a ser suficientes.
En el primer caso expresaba la mentalidad de escasez, en el segundo la mentalidad de abundancia.
Esto no tenía absolutamente nada que ver con ser agradecido y con no valorar esos mil euros. Tenía que ver con el sentimiento que ambos teníamos de contentarnos con poco trabajando mucho, con vivir al mínimo de nuestras posibilidades económicas, con hacer lo posible inconscientemente cada mes para que los números siempre nos arrojaran el mismo estado.
Pensamientos abundantes Vs Pensamientos de escasez
Hace unas líneas has leído lo siguiente: «yo ahora pensaba que cien mil, o doscientos mil, empezaban a ser suficientes.»
Si al leer eso tu mente ha dicho que eso es mucho, que eso es imposible, que eso es demasiado o irreal, que si yo soy un flipado, loco o soñador sin rumbo, es que has tenido un pensamiento de escasez, un pensamiento de pobreza, has pensado en limitaciones, has pensado en un universo finito.
Si en cambio al leerlo lo has visto como algo normal, como algo posible, como algo deseable, como algo que querrías para ti y que perfectamente podría suceder, entonces has tenido un pensamiento de abundancia, un pensamiento de riqueza, has pensado sin límite, has sintonizado con la abundancia de un universo ilimitado.
Los calzoncillos de la abundancia
Durante toda mi vida, cada vez que he ido a comprar ropa he pasado horas mirando el precio. Pero si algo me irritaba por encima de otras cosas a la hora de comprar, era la compra de calzoncillos.
Esta escena se repitió durante años y años en todas las tiendas que fui… hasta hace muy poco tiempo;
¿Cómo pretenden cobrarme veinte euros por dos calzoncillos? ¿doce euros por unos calzoncillos? ¿quién puede pagar ese dinero? ¡qué robo! ¡qué hijos de fruta! —decía yo—.
No importaba el dinero que hubiera en mi cuenta, no importaba cuántos meses me duraran unos calzoncillos, no importaba si ligaba esa noche o no, no importaba su calidad, su ecología, su fabricación o su procedencia, no importaba cómo me gustara vestir, no importaba cómo me sentía con unos calzoncillos o con otros.
Lo importante en mi mente era cuánto costaban. Lo importante en mi mente era el dinero que no iba a tener si me compraba unos calzoncillos de veinte euros.
Para mí, todos los calzoncillos que superaran los 3 ó 4 euros, eran un atraco a mano armada, eran un insulto contra mi inteligencia. Todas y cada una de las veces que fui de compras en los últimos veinte años, todas ellas, me sentía así, ultrajado.
Por eso toda mi vida vestí calzoncillos de decathlon, de las ofertas más agresivas que pudiera encontrar, o los que mi hermano me regalaba de sus viajes a Nueva York que usaba durante años hasta que las pelotillas de fuera de los calzoncillos se confundían con las de dentro.
Todo eso ocurrió hasta que mi mente empezó su expansión.
Hace unas semanas necesitaba calzoncillos pues los del decathlon ya estaban pidiendo jubilarse 😀, así que fui de compras. Entré a una tienda que consideraba tenía ropa buena, vi unos calzoncillos que me gustaron, miré su calidad, pensé que me sentarían bien, los probé a escondidas, que me harían sentirme cómodo y atractivo, los llevé a la caja, los pagué y me fui.
No ultraje. No atraco a mano armada. No bloqueo. Sí fluir.
En la primera etapa calzoncillil de mi vida expresaba la mentalidad de escasez, en la segunda la mentalidad de abundancia.
Elisa, mi amiga abundante
Un día estaba con Elisa en ese gran herbolario / tienda ecológica de Tirso de Molina paseando entre la deliciosa comida que allí venden.
¡Mira Elisa! Han puesto el precio de 4,99 €, ¡qué cabronazos! Me sorprende que en una tienda de estas pongan el precio así, creo que ellos no deberían caer en ese juego de manipulación y de tratar de engañar al comprador haciéndole pensar que es un precio y no otro. —Le dije a Elisa—.
— Antonio, a mí nadie me está manipulando, ese es un juego en el que sólo caes si tú te enfocas en ello. Yo no miro precios y por lo tanto la manipulación no surte efecto conmigo, si quiero algo, lo compro, el precio no tiene nada que ver en mi decisión de compra. Asumo que la inmensa mayoría de las cosas que quiero adquirir en el día a día las puedo pagar y que están dentro del rango de precios razonables, por eso yo no miro el precio, no me fijo siquiera en ello, sólo veo si el producto que quiero comprar es el mejor para mí.
Querido lector, querida lectora, esto que acabas de leer es quizás una de las lecciones más grandes de abundancia que he recibido. A partir de esa conversación con Elisa empecé el ejercicio de no mirar los precios, y ahora trato de enfocarme en buscar exactamente el producto más adecuado para mí y con mayor calidad, en lugar de ver el precio.
Después de esa conversación me di cuenta de que todas las compras que había hecho en mi vida habían ido precedidas por un bloqueo por mi parte y por un pensamiento de escasez.
Me di cuenta de que cada vez que me había sentado en un restaurante a mirar la carta y me había escandalizado por un plato a quince euros, se había producido un bloqueo, un pensamiento de escasez.
Me di cuenta de que cada interacción monetaria que había hecho en mi vida había sido precedida por una energía de escasez, de no tengo, de me queda poco.
En el primer caso estaba expresando mi escasez, en el segundo, tras la conversación con Elisa, la abundancia.
Mi primera sesión de Reiki
A principios de febrero durante una meditación tuve una revelación de abundancia. Decidí que todos los meses iba a buscar al mejor especialista en un campo e iba a tomar al menos una sesión, así expandiría mi conocimiento y además mi salud. Osteopatía, Reiki, Acupuntura, Biodescodificación, Constelaciones Familiares, Psicología, lo que fuera.
Hace unas semanas una amiga me contó que a menudo iba a unas sesiones de Reiki muy, muy buenas.
Generalmente mi primera pregunta habría sido; ¿Y cuánto cuesta?
Es decir, generalmente lo primero que habría puesto sobre la mesa era lo que YO no iba a tener después del intercambio, el dinero que iba a salir de mí. Es decir, en lugar de preguntarme qué me iba a aportar la interacción, me preguntaba qué me iba a quitar.
Esta vez sólo le pregunté a mi amiga las razones por las que le gustaba las sesiones, le pedí el teléfono y acto seguido concerté una cita de Reiki.
Cuando conocí a Viki le hablé sobre mi nueva visión sobre la abundancia y sobre la escasez en la que había vivido, y Viki me respondió unas palabras que, si las comprendía, ocurrirían cosas.
— Antonio, no permitías que la abundancia entrase a tu vida porque no te creías merecedora de ella. La bloqueabas, la bloqueabas continuamente porque no te amabas a ti mismo. Cuando has empezado a amarte, has empezado a permitir que el flujo de la abundancia vaya hacia ti.
La botella de agua de la abundancia
Hace unos meses fui a una discoteca con unos amigos y, cuando estaba dentro, me entró sed.
Querido lector, querida lectora, el cien por cien de las veces que he entrado a una discoteca he pensado que me estaban robando, y que los precios que ponían por el agua (o por las copas, cuando bebía) eran un absoluto despropósito. Podía estar horas sin beber para no comprarme una botella de agua, o podía pagar una copa de alcohol aunque me apeteciera más agua porque así pensaba que el gasto merecería más la pena.
No me daba cuenta de que estaba viviendo en la escasez.
Aquel día en la discoteca, como decía, me entró sed, así que fui a la barra y me atendió una camarera, pedí por favor una botella de agua, ella me la trajo con una sonrisa, yo le pagué la botella también con una sonrisa sin saber el precio, la bebí, la disfruté, y seguí hablando con mis amigos.
Al comprar la botella y pagarla estaba honrándome a mí mismo, estaba dándome lo mejor a mí mismo.
Pero querido lector, querida lectora, esto va mucho más allá de lo que puedas imaginar.
Al comprar aquella botella de agua estaba poniendo en funcionamiento la energía de la abundancia tanto para mí como para los demás. Estaba honrando al dueño de la discoteca, a sus ilusiones, a sus emociones, a su energía empleada en construir y llevar adelante todo ese negocio. Estaba honrando el trabajo de la camarera y de todos los trabajadores de la discoteca, estaba honrando el mismo local y su alquiler, estaba honrando al fabricante de la botella de agua, al transportista, al diseñador.
Estaba honrando al manantial, estaba honrando el propio agua.
La energía que estaba fluyendo en el universo no se encontró con un bloqueo cuando llegó hasta mí, pudiendo fluir y siguiendo así su curso.
Cada acción que hacemos pone de manifesto la abundancia o la escasez, incluso al comprar una botella de agua.
Inversión en abundancia o escasez
Cuando hables de inversiones con una persona, sabrás si esa persona tiene la mentalidad de abundancia o la mentalidad de escasez.
- ¿Y si pierdo? Mentalidad de escasez.
- Tengo a un amigo que perdió todo su dinero en… Mentalidad de escasez.
- ¿Qué podría ganar? Voy a destinar una cifra mensual para inversiones, la cual si pierdo no supondría un bache para mi economía. Mentalidad de abundancia.
Dar en abundancia
En el capítulo de Couchsurfing te conté que cuando mi amigo Pepe organiza fiestas en casa, él siempre compra la comida, cocina, friega, y además lo hace siempre con una sonrisa, es decir, tienen una mentalidad de pura abundancia. También te conté en el capítulo de frases sobre la vida qué significa eso de «cuanto más doy más tengo».
La mayoría de las interacciones que tenemos con otra persona, esperamos algo a cambio. Si yo hago esto, es porque espero que tú hagas esto.
- Si yo te llevo las bolsas del súpermercado espero que tú me des las gracias.
- Si yo te ayudo con este trabajo espero que tú me ayudes en aquel otro.
- Si yo te acompaño aquí, espero que tú me devuelvas el favor allí.
- Si yo…
Atención aquí, estas palabras pueden salvarte la vida 🤠:
Esa es una mentalidad de escasez, es un intento de nuestra mente de buscar la justicia, es un intento de nuestra mente de encontrar la compensación. Es decir, anteponemos nuestros pensamientos y nuestro juicio al propio funcionamiento del universo porque no sabemos (o no confiamos) que el universo tiene sus propias formas de compensar, porque no confiamos en la abundancia del universo.
Cuando sintonizamos con la abundancia del universo ya no existe más tú, ya no existe más «yo he hecho esto», ya no te preocupa porque estás fluyendo con la energía inacabable que impregna cada recoveco de la existencia.
A partir de ese momento ya sólo te encargas de dar mientras puedas. Dar, dar, dar, dar en abundancia.
Relaciones abundantes
En mi juventud especialmente observaba cómo las personas nos poníamos celosas cuando nuestros amigos salían con otros amigos diferentes. Esos celos, es decir, esa sensación de miedo se debía a la mentalidad de escasez, es decir, pensábamos que nuestros amigos eran finitos, que nuestra capacidad de encontrar amigos era finita, que nuestro amor era finito.
Durante años tuve relaciones conflictivas, tóxicas, basadas en el miedo, basadas en la escasez.
- Si mi pareja escribe a alguien es porque no me quiere a mí.
- Si mi pareja llega tarde o queda con otras personas significa que yo me quedaré solo.
- …
- …
- …
- Si… espera, esto mejor te lo cuento en el capítulo de: ¿Celos? Lee esto.
Morir en abundancia
En la película Lucy podrás ver en el minuto 1:00:11 una conversación entre el policía y Lucy.
- Policía: Preferiría llegar tarde a morir.
- Lucy: En realidad nunca morimos.
Querido lector, querida lectora, me gustaría contarte tantas cosas…
Ya te he dicho muchas veces que el único propósito de este blog es, primero, ayudarme a mí mismo a través de expandir y desarrollar mi creatividad y mi constancia, y segundo, contarte toda la verdad que descubro en mi camino para que tú seas más abundante, más libre, y más feliz.
La mentalidad de escasez acompaña al ser humano hasta su muerte. El ser humano muere con miedo pues piensa que con la muerte todo se acaba, que llega el fin, que ya no hay más. Pero cuando despiertas, cuando sintonizas con la abundancia del universo, las cosas empiezan a cambiar.
La gente está dormida y cuando muere despierta.
Frase común en el Islam
¿Y si te dijera que tú mismo y tú misma puedes comprobar a través de la meditación que no existe la muerte? ¿cómo cambiaría tu vida si supieras que no vas a morir? ¿cómo cambiaría tu vida saber que el hecho de haber nacido en el cuerpo de un ser humano es un improbable milagro y que tienes que aprovechar cada segundo que tienes en la tierra para dar lo máximo de ti?
Gracias por leerme.
!Felicidades por estas líneas! Súper inspiradoras, gracias.
Antonio, me gusta este articulo, explicas muy bien cómo es nuestra relación con el dinero, me he visto reflejada, sabes cómo explicar y hacer llegar lo que quieres decir a los que te leemos, te ánimo para que continúes escribiendo y transmitiendo tu forma de ver la vida.
You know, when Yan asks me to buy a robot or another big box of Lego, the program «I don’t have money for it» breaks into my head. But in a second, in my head, I realize this and say to my child, «Let’s go buy it another day» or propose to another position. Of course, the child has no idea whether it is expensive or cheap. Thus, as parents, we form a child’s poverty or wealth program. So together with Yan I am learning this too.
The most difficult part is that we should do a thorough and regular cleaning in our head from the garbage, ie, programs caused by society. Track our thoughts, catch and defuse or transform into positive thinking. This is daily work, but it is a positive result.
Antonio, this topic is very important. I love reading your experiences and your discoveries. You motivate me and I’ll start writing soon 🙂
Yolantiña, I think, when Yan ask you again to buy something maybe you can ask him, Ok Yan, to buy this we need to do something, what can we do? Give him the position of creating, to use his imagination, to change the «give it to me», to «what should I do to have it», there is the exact moment when a mind start the big change from shortage to abundance.
Thank you thank you for your beautiful message
Hoy por primera vez te leo y me ha encantado, todo sintoniza conmigo y me gustaría seguir leyendo más, eres sencillo y divertido además de un buen transmisor de conocimientos.
Gracias
Muchas gracias por tu bonito comentario Carmen, pues bienvenida :), sigue leyendo y espero disfrutes.