30 enero, 2018
Quien me conoce sabe que uso muchísimo la palabra “increíble”. Y la verdad es que es cierto, más o menos soy como cuando Homer Simpson se emociona porque ve un perro marrón. Casi todo me parece increíble, la vida en sí me parece increíble, el hecho de que esté vivo, que pueda caminar, y respirar, que pueda oler, sentir, pensar, me parece increíble. Ahora mismo, por ejemplo, estoy solo en casa y me encuentro sentado en el sofá con el portátil en las piernas mientras escribo esto y escucho Ludovico Einaudi. Esto me parece algo verdaderamente increíble. El mero hecho de ser capaz de disfrutar de un momento de paz en esta sociedad me parece increíble, y el hecho de que alguien sea capaz de acariciar un piano y que yo a mi vez sea capaz de escucharlo y sentirlo con la fuerza en que lo hago, me parece increíble.
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