Si quieres un nuevo resultado, tendrás que romper el hábito de ser tú mismo y reinventar un nuevo yo.
Joe Dispenza
Tenía unos veinte años cuando conocí a Hikarus en una fiesta en casa de unos norteamericanos.
¿A qué te dedicas? —Me preguntó él—.
Estoy estudiando diseño gráfico.
Qué bien Chaval, yo necesito un diseñador gráfico para hacer un díptico para mi agencia de viajes, si te interesa mañana te cuento todos los detalles.
Al día siguiente, Hikarus me llamó, me explicó qué había que hacer, a mí me interesó (aunque estaba cagado de miedo) y me animó a que le mandara un presupuesto.
Era la primera vez en mi vida que un cliente me pedía algo y yo no sabía ni qué decir, así que el lunes en la escuela, como loco, le pedí consejo a varios profesores sobre cuánto podía cobrar por ese trabajo. Entre unos que no habían trabajado nunca para un cliente y no sabían nada de precios, y otros que me dieron grandes consejos, llegamos a una conclusión.
Buenos días Hikarus, te cobro cien euros por diseñar el díptico, creo que me llevará cinco horas de trabajo y mi hora es veinte euros. Un saludo, Antonio.
Hikarus me respondió:
Buenas chaval, gracias por el presupuesto. Mira, te voy a decir algo porque creo que aún no sabes cómo dar presupuestos: Por ahora, cuando creas que algo te va a llevar cinco horas, cóbralo como diez, porque al final vas a emplear muchísimo más tiempo del que tenías previsto y tu tiempo es muy importante. Es fundamental que aprendas a valorar lo que haces, así que si te parece bien te voy a pagar por este trabajo doscientos euros.
Fue así como conocí a Hikarus y como tuve uno de mis primeros encuentros con el mundo de la abundancia y con las enseñanzas poderosas.
¿Que por qué te cuento esto?
Te cuento esto porque años más tarde, cuando ya era un buen amigo de Hikarus y un día estábamos en su cocina, me contó algo: Chaval, cuando tenía unos treinta años empecé a desaprender.
¿Desaprender? ¿qué quieres decir con desaprender? ¿la vida no se trata de aprender? —Dije yo—.
Antonio. Yo soy programador y llevo veinte años programando máquinas. Para hacer funcionar un nuevo programa, borro primero el que no me sirve. Me quedo con las partes que puedo aprovechar y las otras las elimino. Fue sobre los treinta años cuando me di cuenta de que a mí me habían programado desde pequeño y me habían metido un montón de información que no me permitía crecer, información que yo ya no daba por válida, por mía, por buena, por eso tuve que empezar a borrar programas, a desaprender.
Querido lector, querida lectora, hay dos tareas que son vitales para nuestro crecimiento, la primera, aprender a aprender, y la segunda, aprender a desaprender, así que si me acompañas hoy, voy a contarte lo que he aprendido sobre desaprender.
Aprender a desaprender. Vacía tu cántaro
Desaprender es aprender a vaciar tu cántaro para poder llenarlo de nuevo, una y otra vez, con agua limpia y pura.
Desaprender es saber identificar y desechar qué hay en ti que no es valioso, abundante, constructivo, amoroso y creador.
Desaprender es localizar y desechar los patrones que hay en ti que te perjudican y que han sido impuestos por otras personas sin tu conocimiento.
Desaprender es talar los árboles de tu pradera que no dan frutos ni cobijo, o si dan frutos, estos son frutos, algunos amargos y otros venenosos, y sin dan cobijo, es cobijo a fieras que se esconden para después ir a devorarte. Árboles que alguien plantó desde semillas hace muchos años, sin consultarte. Árboles que después tú has regado durante años sin cuestionártelo, sin mirar siquiera qué regabas, sin preguntarte qué bosque hacías crecer en tu interior.
Desaprender es pararte en silencio, observarte y, tras descubrir qué hay de tú en ti que no eres tú, mirarlo, darle las gracias, y dejarlo marchar.
Desaprender es comprender ese proverbio que dice;
Cuando soplan vientos de cambio, unos levantan muros y otros construyen molinos.
Y, una vez comprendido, derribar uno tras otro los muros que a lo largo de tu vida has o te han construido y que te separan de ese fresco vendaval que tiene el potencial de mover molinos.
Desaprender palabras
Durante años he desaprendido sin parar, cada día. Empecé con la tarea de desaprender palabras, palabras que habían crecido en mí como árboles, tan altos y frondosos que me impedían ver el cielo, tan enraizados que no me permitían moverme.
Vacaciones. No necesito vacaciones en mi vocabulario, no sirve a mis propósitos. Siempre es buen momento para coger el coche y aparecer en una playa, montarte en un avión y conocer una cultura lejana. Con esta palabra fuera de mi vida desaparecieron muchas otras que estaban pegadas a ella. Treinta días, veintidós, pagadas, me deben, me he cogido, ¿te vas a coger? espero no me digan nada si me las cojo estas fechas, a mí me gustaría, jefe.
Fin de semana. No necesito acotar mis días, no sirve a mi crecimiento. Cada día que estoy vivo es un día especial, desde el día que nací hasta el día que muera. Cada día es bueno para descansar, cada día es bueno para trabajar, cada día es bueno para viajar, cada día es bueno para visitar a mis padres, cada día es bueno para comer con un amigo, cada día es bueno para ir al bosque, cada día es bueno para aprender, cada día es bueno para bailar, cada día es bueno para dormir hasta las diez, cada día es bueno para despertarse a las cinco.
A medida que empecé a desaprender el fin de semana, comencé también a desaprender conceptos como mañana es lunes y por fin es viernes. ¿Quién los necesita?
Estrés. No necesito el estrés en mi vida, me hace enfermar. En su lugar aprendí respiración, calma y lucidez mental.
Hace años inicié muchos desaprendizajes de palabras que aún sigo desaprendiendo, palabras que no me sirven, palabras inventadas por otras personas que no quiero sean mi realidad. Soledad, pérdida, jubilación, apego, límites, imposible, tristeza…
Hay tanto que desaprender que a veces pienso que me falta el tiempo. Y hablando de tiempo…
Tiempo. No necesito el tiempo en mi vida (aunque otras personas sí, por eso trato de no desaprenderlo del todo), en su lugar aprendí energía, vida, vibración, latencia, expansión.
Desaprender asociaciones
Desaprendí que para divertirme tenía que beber y aprendí por ejemplo a pasear tardes enteras. Desaprendí que para ganar dinero tenía que esforzarme mucho y en cambio me esforcé mucho en aprender a crear, a guiar y a cooperar. Desaprendí que para viajar o comer en un restaurante tenía que ir acompañado y aprendí que el mundo entero era un lugar para explorar y conocer personas.
Desaprendí que la fruta y verdura se compra en súper mercados y que vienen envueltas en plástico y aprendí a que la fruta o se cultiva o se compra al productor de cercanía o a una frutería. Desaprendí que las cenas en España eran a las nueve de la noche y aprendí a ayunar o a cenar temprano. Desaprendí que hay que comer cinco veces al día y aprendí a sentir el cuerpo. Desaprendí que los desayunos son con leche y cereales y simplemente aprendí. Desaprendí que los animales, además de ser mis amigos eran mi comida, y aprendí en su lugar que eran sólo mis amigos y, al mismo tiempo, descubrí millones de alimentos.
Desaprendí que para estar fuerte tenía que ir a un gimnasio y en su lugar aprendí a comprender mi cuerpo. Desaprendí que el mayor placer estaba en las duchas con agua caliente y aprendí sobre las duchas frías. Desaprendí que mi bienestar iba a venir de fuera y empecé a mirar hacia dentro. Desaprendí que la salud estaba en la medicina y aprendí que estaba en el alimento, el pensamiento, el aire y el movimiento.
Desaprendí que la buena vida estaba en las ciudades apretadas y aprendí que la buena vida está en cualquier lugar donde hay amor. Desaprendí que vivir en el campo era muy duro y aprendí que cultivar para comer, conservar y regalar es sencillo. Desaprendí que para vivir necesitaba mucho y en su lugar aprendí que para vivir necesitaba sentir mucho.
Hace años inicié muchos desaprendizajes que aún sigo desaprendiendo. Desaprendo los celos, desaprendo la posesión, desaprendo el pedir, desaprendo el «tú me debes», desaprendo los gritos, desaprendo los llantos, desaprendo la sensación de victimismo, desaprendo la crítica.
Nada de eso me sirve, no lo quiero en mi vida.
El mayor desaprendizaje de mi vida
Querido lector, querida lectora, desde que empezó esta curiosa situación en la que vivimos actualmente, he empezado a desaprender más que nunca, cuestionándome cada pensamiento, cada hecho supuestamente irrebatible. He empezado a desaprender la historia que nos han contado sobre los países, sobre los seres humanos, sobre las civilizaciones, sobre las enfermedades, sobre nuestras capacidades, sobre nuestras necesidades. He empezado a cuestionar cada uno de mis hábitos, uno por uno desde que me levanto hasta que me acuesto, ¿lo he elegido yo? he empezado a cuestionar cada afirmación dada por cierta por la ciencia, cada palabra de autoridad, cada consejo de experto, cada miedo que me acechaba.
Me he dado cuenta que si yo no voy en su búsqueda, la verdad no va a venir a buscarme ¿Cómo encontrar la verdad entre tanta mentira? ¿Cómo encontrar mi propio pensamiento entre tanto pensamiento ajeno? ¿Cómo oír mi propia voz entre tanto ruido? ¿Tienes seguridad de si lo que llevas toda la vida dando por cierto, en realidad lo es?
Por eso desaprendo, sin parar, cada día, derrumbando muros internos y creencias ajenas, vaciando cántaros, quitando lo que no es valioso, para así, quizás, tener una posibilidad de aprender, y de crecer, y de ver, y de conocer.
Gracias por leerme.
Cuando creces te dicen que el mundo es como es y que tu vida es sólo para vivir dentro del mundo. Intenta no golpear demasiado las paredes. Intenta tener una buena vida familiar, divertirte, ahorrar un poco de dinero. Esa es una vida muy limitada. La vida puede ser mucho más amplia una vez que descubres un simple hecho: Todo lo que te rodea y que llamas vida fue hecho por gente que no era más inteligente que tú. Y puedes cambiarlo, puedes influenciarlo… Una vez que aprendes eso, nunca volverás a ser el mismo.
Steve Jobs
Total!Lo has contado excelente! Lo mismo comprendí y me auto eduqué….desde muy joven me gustaba observar e investigar…jajajajaja…sin embargo caí en un error: sentía rechazo muy fuerte por las informaciones y hábitos anteriores (sigo teniendo por algunas cosas y lo gestiono con tacto y diplomacia ……) y no sentía mas amor hacia mis padres (eso no fue tan sensato…..). Luego me di cuenta que a los padres hay que entenderles y perdonarles….. ellos nos educaron y actuaron desde otro nivel y en otra época. Gracias por tus posts.
Bello artículo y mensaje, Antonio, muchas gracias por compartirlos 🙂
¡Muchas muchas gracias Gyaltsen! Oye, ya que estás, te hago una intrincada pregunta existencial… ¡es broma!
Emocionante, así ha sido leer el artículo.
Muchas gracias!
jaja, ¡muchas gracias Paloma de la paz / libertad / armonía en el mundo! :p
He pasado por aquí varias veces a leer este artículo… es un regalo. Muchas gracias!!!
Tu comentario también es un regalo 🙂 muchas gracias Bea.
Cada vez que te leo me siento más comunicado contigo. Me resuena lo que escribes. Aunque no me lo crea. Lo quiero vivir yo por mi mismo.
Gracias por compartir tu modo de ver la vida.
¡Qué gran comentario Daniel! muchas gracias, y muchas gracias por leerme.