Puedes pasar toda tu vida viajando por el mundo buscando el Jardín del Edén, o puedes crearlo en tu patio trasero.
La verdad es que este ha sido un gran fin de semana: El sábado trabajé, el domingo oré. Lo que pasa es que es posible que entre tú y yo aún tengamos grandes diferencias en cuanto a qué significa eso de orar y trabajar, de hecho, hasta hace muy poquito tiempo también mi concepto era completamente diferente al que tengo ahora.
Durante toda mi vida creí entenderlo, pues al fin y al cabo todo el mundo que conocía se supone que trabajaba, y otras muchas personas también hablaban abiertamente sobre eso de rezar.
Debe ser así, me dije.
Querido lector, querida lectora, lo que voy a contarte hoy es como esos brotecitos que consiguen romper la dura cáscara del piñón y, mientras uno busca la tierra para enraizar y alimentarse, otro busca el cielo para crecer y dar sus frutos. Pero ¿sabes? los árboles no bajan el cielo para así tenerlo más cerca y tocarlo, sino que son ellos los que, mediante su crecimiento, se acercan a el.
Este conocimiento es como ese pino que puse ayer en una maceta, pequeño aún, sí, pero creciendo sin parar y con un enorme potencial.
Labora
Se supone que durante años he trabajado mucho. He pasado innumerables horas frente a un ordenador, he creado un montón de proyectos, he ido de aquí para allá, he ganado dinero, he hecho que otros lo ganen, he reflexionado durante meses sobre cómo concentrarme para trabajar más, sobre cómo aumentar mi efectividad para trabajar menos, he leído libros sobre cómo trabajar en equipo, he creado carpetas, archivos, excels, incluso equipos, he tratado de hacerlos funcionar, he admirado a otros trabajadores.
En fin, he hecho lo que se supone que había que hacer en esta época. Y digo esta época porque no olvides que cuentan por ahí que mi trabajo no existía hace quince años y que en quince años la mayoría de la población trabajará en puestos que no existen hoy en día. Es curioso. He estado tan ocupado trabajando que no me había parado nunca a pensar que llevaba toda la vida sin trabajar. He estado tan ocupado que no me había parado a pensar que, lo que hacía, no contaba, no sumaba, no creaba.
Verás.
Este fin de semana fui a una finca junto a un montón de hombres y mujeres de todas las edades y, por primera vez, he comprendido desde dentro qué significaba eso de Ora et Labora.
Trabajar, verdaderamente trabajar, digo, significa poner en marcha la energía de nuestra juventud para crear, impulsar, y conservar, la vida, para dar a los que aún hoy no trabajan y para devolver a los que ya no pueden trabajar.
Eso es trabajar. Lo demás, lo que hacemos la mayoría de la población, es ficticio, es dar vueltas a una rueda que no lleva a ningún sitio, es girar la rosca de una dinamo que no va enganchada a una bombilla, es entretenernos, pasar el rato, mover papeles, poner cara de ocupados.
Trabajo
Durante horas moví piedras, busqué ramas, troncos, hojas, esparcí tierra compostada, restos de poda, tapé huecos, recogí semillas autóctonas para el año que viene, planté las del año pasado.
Frascos y frascos llenos con semillas de decenas de clases que, al cogerlas a puñados, me hablaban de toneladas de vida, de comida, de cuidado, de salud.
A medida que iban transcurriendo las horas y el sudor llegaba a cada centímetro de mi cuerpo, empezaba a comprender el verdadero significado y propósito de trabajar, el verdadero significado de equipo, de comunidad y de sabiduría.
¿Te lo cuento?
El trabajo es creación, pasos firmes y constantes en la dirección de la creación. Si el trabajo no crea, si no expande, si no cuida, si el trabajo no mejora significativamente tu vida o la de alguien de tu comunidad, es que no es trabajo.
El equipo es sinergia, decenas de personas trabajando para alimentar a cientos, así es de sinérgica la naturaleza. En la vida real, no la de las pantallas, el trabajo de uno alimenta a diez, el de diez alimenta a mil, el de mil, a un millón, el de un millón, a toda la tierra. Nunca he visto un equipo cooperando tanto como cuando el fin del trabajo está tan claro. Alcánzame la azada, descansa un rato que te reemplazo, cómo se hace esto, cuál es la mejor manera de hacer aquello, cómo lo hacéis en tu país, cómo lo harías aquí. Eso es sinergia, cuando el conocimiento de todos se pone al servicio de todos, cuando, hasta el recién llegado siente que es una pieza importante en el engranaje, donde, las crispaciones entre trabajadores, se disipan con el sudor. Cuando sabes que necesitas tanto a la persona a tu lado como ella te necesita a ti, pues todos sumáis. Eso es un equipo.
La comunidad es cercanía, comunicación, escucha, ayuda. Entre veinte podemos plantar huertos que alimenten a miles. Podemos regalar los excedentes a colegios, a centros, a grupos. Podemos trabajar para alimentar a las personas que ya no tienen energías para trabajar. Un anciano que viva en una comunidad que funciona abrirá los portones de sus tierras para que jóvenes, con más fuerzas, recojan sus frutos y planten sus semillas. Para que alguien los aproveche, para que alguien los haga crecer una vez más. Eso es una comunidad. Comunidad es acercarse al portón del anciano, llamar y preguntar, ¿cómo podemos hacerle la vida más fácil? ¿qué necesita que se haga en sus tierras? ¿qué podemos reparar en su casa?
La sabiduría es mejora. Usar tu experiencia vital para que tu vida y la vida de las demás personas, sea mejor. Los jóvenes nos unimos a los viejos para, guiados por su conocimiento, seguir creando y creciendo. Nosotros ponemos la fuerza de la energía, ellos la fuerza de la sabiduría. Nunca sabrás de verdad lo que es una mujer sabia hasta que no escuches sus historias sobre cuándo es el momento exacto de coger las semillas de unas leguminosas para que la planta sobreviva, la tierra se alimente, y tú puedas seguir plantando para abastecer a toda tu familia y para almacenar para años posteriores.
Ahí estaba yo, callado, frente a ella con voz suave, sin prisa. Yo expectante por qué dirá después, ella transmitiendo, comunicando, regalando vida. Yo sin nada que decir, sin nada que aportar salvo la atención, ella sin nada que guardar, pues me dice que todo lo que sabe es para dar.
Mientras uno me decía que las lechugas no se arrancan de raíz sino que se ordeñan hoja a hoja, otra me explicaba cómo llevar plantas que aporten nitrógeno al suelo. Cuando uno me contaba que el primer alimento de una semilla es la propia semilla, otra me contaba cómo la madera, al descomponerse sobre la tierra, la riega de minerales.
Sabiduría es crear las condiciones para que todos seamos felices. Sabiduría es crear una tierra a la que vuelvan los ríos, las aves, las abejas, la flora autóctona, las familias, los niños, los ancianos, la vida. Sabiduría es acompañar un equipo creando sinergia para construir una casa robusta y duradera para un miembro de la comunidad. Sabiduría es saber cómo equilibrar la comunidad. Sabiduría es escuchar al que sabe. Sabiduría es compartir tu experiencia. Eso es sabiduría.
Con cada piedra que movía, con cada estiercol que esparcía, con cada semilla que arrojaba sobre la tierra, adelantaba un pasito más hacia la meta e imaginaba un gran bosque comestible, rebosante de verde. Cada minuto de mi esfuerzo tenía un por qué, un propósito. Con cada gota que aportaba de sudor, recibía diez gotas de recompensa.
¿Que el campo es duro? ¿Plantar una semilla y regarla cada semana (o nunca) es duro? ¿Construir una casa es duro? Nos han engañado también ahí. Nos hemos convertido en analfabetos a gran escala, sin comprender cómo vivir, cómo sobrevivir, cómo cuidar de nosotros mismos, cómo cuidar de los demás.
Has de saber que el campo, cuando se trabaja en comunidad, en sinergia, en familia unida, bajo la sombra de la sabiduría, no es duro. El campo, al ladito de una mujer mayor explicándote cómo nutrir la tierra para que produzca sin agotarse, el campo, a la vera de un hombre enseñándote cómo ahorrar esfuerzo en cada movimiento, no es duro.
Y si es duro, al menos es trabajo de verdad, trabajo que llena, que satisface, que avanza, que cuida, que mejora, que sana.
No me gusta especialmente la palabra “trabajo”. Los seres humanos son los únicos animales que tienen que trabajar, y creo que eso es lo más ridículo del mundo. Otros animales se ganan la vida viviendo, pero la gente trabaja como loca, pensando que tienen que hacerlo para mantenerse vivos. Cuanto mayor es el trabajo, mayor es el desafío, más maravilloso creen que es. Sería bueno dejar esa forma de pensar y vivir una vida fácil y cómoda con mucho tiempo libre. Creo que la forma en que los animales viven en los trópicos, saliendo al aire libre por la mañana y por la noche para ver si hay algo que comer, y tomando una larga siesta por la tarde, debe ser una vida maravillosa. Para los seres humanos, una vida de tal simplicidad sería posible si uno trabajara para producir directamente sus necesidades diarias. En una vida así, el trabajo no es el trabajo como la gente piensa generalmente, sino simplemente hacer lo que se necesita hacer.
Masanobu Fukuoka, La revolución de una brizna de paja
Orar
Ayer domingo hice mi segundo curso de un día de meditación Vipassana en una semana, ya que quiero refrescar conocimientos y estar más preparado para mi siguiente retiro de diez días, el cuál será muy pronto si todo va bien.
La particularidad del día de ayer es que fui como servidor, es decir, en lugar de ir a que me atiendan otras personas, fui yo a atender. En lugar de que me preparen, cocinen y sirvan la comida, la preparé, cociné y serví yo para ellos.
Y cuando los servidores teníamos un hueco antes y después del trabajo, meditábamos todos junto a los estudiantes.
Ora et labora.
Por eso ayer sentí que se cerraba un círculo de conocimiento, un círculo de vida: Primero, conócete a ti mismo a través de la meditación y el yoga, segundo, conoce las tierras, el clima, las viviendas, los cultivos, los animales, la flora, a través del trabajo y de la permacultura.
Por fin comprendí Ora et labora. Trabaja y madura tu entorno, medita y madura tu interior. Trabaja, sirve a otros, medita.
Que tu energía exterior sirva para crear, para ayudar, para expandir. Que tu energía interior sirva para conocerte, para eliminar tus temores, tus dudas, para crecer.
Durante la meditación disipaba mis prisas en el trabajo, mis ansias de recompensa, mi necesidad de alabanza, mis roces con otros servidores. Después, investigaba mi cuerpo, me comunicaba con el, le hablaba. ¿Puedo sentir la frente y los dedos de los pies al mismo tiempo? ¿puedo sentir la columna vertebral? ¿puedo escuchar sólo por el oído izquierdo? ¿puedo relajar tanto mis músculos que no sepa si inspiro o espiro? ¿puedo mantener la atención en la zona que me duele durante treinta minutos? ¿puedo hacer que desaparezca el dolor si lo observo con absoluta atención? ¿puedo conectar el dolor con otra zona del cuerpo y equilibrarlo?
Y así seguía meditando, rezando conmigo mismo, escuchándome, conociéndome. Orando me preparaba para el trabajo, trabajando me preparaba para la oración.
Querido lector, querida lectora, no pretendo que dejes hoy tu trabajo si este no te llena, sólo quiero que sepas que existen alternativas que nadie nos había contado, sólo intento que tengas la información suficiente para que busques y seas más libre, más feliz, más abundante.
Ora et labora, esa es la esencia de la vida. Encuentra un verdadero propósito en la acción del labor. Ora a quien te escuche.
Gracias por leerme.
Que pueda servir para perfeccionarme, que pueda perfeccionarme para servir.
Los diez paramis, Buda
Noelia says
Gracias por seguir compartiendo tu sabiduría las maravillosas sincronías, que hace justo un par de días me dieron a conocer que trabajo viene del latín (3palos) era el elemento de tortura que utilizaban con los esclavos …. ¡Me encanta el vídeo! Bosque, bosques para todos!!! Y qué alegría que hayas estado sirviendo en Vipassana^^ deseando “nueva normalidad” para volver a ir, un abrazo inmenso. Nos vemos pronto
Lourdes says
Hola Antonio, me gusta muchísimo este artículo, al leerlo me siento allí,en esa finca de la que hablas, sintiendo todas esas emociones, sensaciones, vivencias, compartiendo y colaborando en esos trabajos en comunidad, tienes capacidad para hacer llegar a través de tus escritos toda la belleza que no he sido capaz de descubrir yo sola. Sigue escribiendo, cada día que te leo me gusta más la forma de hacerlo.
Antonio Herrero Estévez says
jajaja, ¡bosques para todos!
Eduardo says
Bien dicho, bien dicho, bien dicho. Gracias por por tu escritura que me permite un nuevo punto de vista del fin de semana compartido. Gracias por tu presencia que me permite descubrir el placer de compartir con alguien que escucha de verdad. La tierra trabajada también te agradece tu esfuerzo con biodiversad y abundancia.