• Skip to primary navigation
  • Skip to main content

Ricos y Libres

porque abundantes y libres era muy largo

  • Capítulos
  • Sobre mí
  • Los buscadores
  • Ahora
  • Show Search
Hide Search

Conócete a ti mismo. Mi tercer retiro Vipassana

Antonio Herrero Estévez · Jul 13, 2020 ·

Ya no seré instruido por el Yoga Veda o el Aharva Veda, ni por los ascetas, ni por ninguna otra doctrina. Aprenderé de mí mismo, seré un alumno de mí mismo, llegaré a conocerme a mí mismo, el misterio de Siddhartha. —Entonces, miró a su alrededor como si estuviera viendo el mundo por primera vez—.
Siddhartha, Hermann Hesse

Querida lectora, querido lector, no pretendo impresionarte (bueno sí, un poco), pero te adelanto que… he sentido mi cogote.

Ahora voy a compartir contigo una historia, pero la verdad es que las líneas que se sucederán a continuación serán como si de un diario personal se tratase, por eso voy a intentar escribir para mí, sólo para mí, tomando precauciones para así olvidar que tú estás ahí al otro lado expectante. Shhhh… no hagas ruido.

Antes de nada has que saber que, dependiendo de tus conocimientos previos y para comprender la magnitud de lo que voy a contarte, primero tienes que leerte este capítulo sobre mi primer retiro Vipassana, y este otro sobre mi segundo.

En resumen, la meditación Vipassana es una técnica para agudizar, afinar, sensibilizar, la percepción de tu cerebro para poder así observar las sensaciones de tu cuerpo y en consecuencia desarrollar una plena, completa, absoluta, consciencia, primero corporal, y después universal.

Aunque principalmente en occidente y debido a nuestra ignorancia creemos que la mente está en el cerebro, la realidad es que todo el cuerpo, es decir, cada célula del cuerpo, es decir, cada una de las billones de células que hay en el cuerpo humano, son una mente, tu mente, una mente no diferente a la que tú crees que es tu mente y que sólo está en tu cerebro, es decir, cada célula tiene conciencia y tú, mediante entrenamiento, puedes experimentarlo.

Repito: Tú crees que tu mente está ahí dentro de tu cerebro, nada más, pero la realidad es que eres una gran mente, eres todo mente, y lo único que te aleja de ello es la ignorancia y la falta de entrenamiento.

Vipassana tiene dos finalidades principalmente.

Primera y más importante:

Hacerte plenamente feliz, 100 % feliz, no feliz dependiendo de las circunstancias sino feliz 100 % en todo momento, y no un poco feliz como «bien tío estoy feliz», sino «absoluta y completa dicha, paz, armonía, bienestar, presencia, felicidad».

¿Cómo? Eliminando las causas de la infelicidad. ¿Cómo? Disolviendo las sensaciones de tu cuerpo, la «energía negativa» que hay en tu interior, tanto la que tú has generado desde que naciste como la que ya tenías antes de nacer, sí, en tus vidas pasadas.

¿Cómo? mediante la simple observación sin juicio, lo que se conoce como «ecuanimidad».

¿Qué es la ecuanimidad? Imagínate que una persona que no conoces pierde su valioso reloj. ¿A ti ese hecho te irrita, duele, descentra? No. Ahora imagínate que lo pierdes tú. Si eres capaz de ser neutral con tus propias circunstancias, entonces estás siendo ecuánime.

Segunda:

Experimentar por ti mismo la realidad del universo, la impermanencia. ¿Cuál es esa realidad? Que la materia no existe, que no existe nada en el universo que realmente sea sólido, que todo surge y desaparece, que todo son ondas en movimiento, vibraciones.

¿Cómo? Primero empiezas observando tu respiración y una zona muy pequeña de tu cuerpo, tu nariz, así agudizas tu cerebro capacidad sensitiva para percibir en mayor profundidad. Luego continúas observando tu cuerpo por fuera, es decir, tu piel, tus manos, piernas. Después, a medida que vas aumentando tu percepción, continúas observando tus músculos por dentro, tus huesos, tus órganos, tus venas, etc, cada vez percibiendo sensaciones más y más profundas, más sutiles, reacciones químicas que surgen y desaparecen.

Con entrenamiento y práctica, aumentando y aumentando tu sensibilidad, llegarás a percibir cada célula de tu cuerpo. Luego cada átomo. Luego cada partícula subatómica hasta llegar a la más pequeña partícula del universo. Al llegar a ese punto, comprobarás que esa partícula en realidad no está ahí siempre, sino que aparece y desaparece muy rápido, y lo hace tan, tan rápido, que parece que está ahí, eso se conoce como «realidad aparente».

Por eso Vipassana significa «visión correcta, visión cabal, ver las cosas como son en realidad. Ver las cosas no como parece que son sino como son en realidad».

Y sí, por eso en el templo de Delfos, en la antigua Grecia, estaba escrito sobre el panteon «conócete a ti mismo y conocerás el universo», ¿por qué decían eso los griegos? porque como ya he dicho chiquiticientas veces no estás en el universo sino que eres el universo, es decir, que si te conoces a ti, conoces también el universo.

La mayor parte de la población mundial no está preparada para aceptar lo que acabo de decir y pensarán que es falso, lo cual no supone un problema porque, en el caso de estar interesado y sentir curiosidad, no hay que creerlo sino experimentarlo por uno mismo, pues si simplemente lo creemos no nos servirá de nada y, como todos los caminos, cuanto más avanzas, más ves, más descubres, y más crees sabes.

Es importante comprender este punto porque, aunque en occidente nos han intentado engañar educar para que creamos sin ver, es decir, con Fe, antes ¡cree a la iglesia! ahora ¡cree a los científicos! cree, cree, cree, Buda nos anima a que las cosas las hagamos nosotros para así poder confirmar que es cierto, bueno, real.

Eso lo llamó Bhāvanā–maya–paññā. La sabiduría desarrollada mediante la experiencia personal.

El tercer retiro, mi experiencia

Ya van 300 horas acumuladas (sin contar la práctica diaria en casa), así que sólo me quedan 9.700 horas más y según dicen ya obtendré la maestría 😌. Creo que estoy empezando a saber de qué va esto de meditar, el día menos pensado lo aprendo.

Bien, me apunté cagando prisas en cuanto fue posible ya que, como diría mi madre, el mundo se está volviendo «un poco locatis» y yo quiero permanecer lo más cuerdo posible.

The more real you get the more unreal the world gets.
John Lennon

Bueno querido John, esa frase mola pero no es cierta. Cuanto más real te vuelves, más despierto, más real ves al mundo.

Es mi tercer retiro en diez meses y aún sigo recordando mi mirada de sorpresa cuando conocí a un chico en India que hacía dos retiros anuales. ¿Es eso posible? ¡Qué héroe! ¡Qué fuerza de voluntad! ¡Yo no podría! —decía yo—.

Nada de eso.

No hay héroes en esta vida, o más bien todos somos héroes esperando a darnos cuenta de nuestra capa. Ni ahora yo soy un héroe por hacer tres retiros, ni lo son los que hacen retiros de sesenta días.

Progresión, progresión, progresión. Eso es todo lo que necesito saber. Lo único que nos diferencia a unos seres humanos de otros es que unos conocemos la importancia de la progresión, y otros aún no. Hoy medita cinco minutos. Mañana cinco y medio. Pasado seis. Hoy haz diez minutos de yoga, la semana que viene doce. Progresión.

A continuación mis reflexiones, mis aprendizajes.

Calor

Meditar en Candeleda en Julio en una sala de meditación con un termostato roto no es buena idea así a primera vista, por eso si puedo evitar hacer retiros en verano en el futuro, lo haré. No hay razón de añadir más niveles de dificultad a algo ya de por sí difícil.

Cuando salía de la habitación camino de la sala lo hacía con el ánimo encogido, asustado sólo de pensar en sentarme.

Aún así, en cambio han habido momentos gracias al calor de un disfrute, de un gozo, mayúsculo.

Hubo ocasiones que hicimos meditaciones a 43 º, donde las gotas de sudor, ardiendo, se descolgaban desde los omóplatos para caer escurriéndose colina abajo, arrastrándose en su paso lacerante por la espalda. Soy un poeta.

Me cagüen. Otra gota radiactiva, pensaba yo.

Antonio: Me cuesta mucho trabajo meditar con tanto calor, tengo bajo el ánimo.
Profesor: Entonces es un momento maravilloso para meditar. Observa tu ánimo bajo. Observa el calor. Observa tu temperatura. Observa la temperatura del ambiente.

Experiencias, he visto la luz

En mi segundo retiro tuve (creo) lo que se conoce como una absorción meditativa, la primera. ¿Y qué hice yo?

Te la conté. Quizás por ego, quizás porque soy escritor, quizás por dejar constancia en mi camino, por lo que quieras.

Y el caso es que personas muy avanzadas en la meditación me habían dicho que las experiencias no han de contarse nunca y menos de manera abierta y no solicitada, y aunque antes me hacía una vaga idea de por qué, ha sido ahora cuando lo he entiendo de forma empírica.

Primero te cuento la experiencia más potente que tuve, y luego te explico por qué es posible que no vuelva a contarte ninguna más.

He visto la luz. Una noche, allá por el sexto día, estaba tumbado en la cama sintiendo el cuerpo. Sentía las dos manos. Sentía los dos pies. Sentía una mano y un pie, sentía los dos pies y las dos manos, sentía la frente, los dos pies y las dos manos… iba probando y probando diferentes puntos del cuerpo a ver de qué era capaz.

¿Oye y si intento sentir los famosos chakras? —Me digo—. Vamos allá.

  • Así que sentí la zona genital y el ombligo. Bien, funciona.
  • El corazón y zona genital. Bien, funciona.
  • Genitales ombligo plexo solar y corazón. No funciona, no te flipes.
  • Frente y genitales. Bien, funciona.
  • Ājñā chakra y corazón. Jajaja, a quién pretendes engañar, ni lo intentes.

Seguí y seguí probando combinaciones, curioso, hasta que en un momento no sé qué teclas toqué que de repente siento un fogonazo de luz blanca en la frente.

¿Qué pelotas ha sido eso?

Toco otras combinaciones, y otro fogonazo, un flasazo blanco, creo que más largo, como una descarga eléctrica repentina, como un relámpago iluminando una noche oscura sin tormenta.

Afortunadamente he encontrado un vídeo donde se explica con detalle lo acontecido aquella noche:

Antonio: Anoche me puse a conectar diferentes puntos del cuerpo, diferentes chakras, y sentí una luz blanca muy potente en el interior, un flash. Estoy empezando a comprender que este juego va de conectar puntos del cuerpo ¿no? llevando la atención y energía a esos puntos. ¿Podrías darme alguna recomendación de puntos que conectar? ¿algunas monedas? ¿algo para comer? 🙃
Profesor: El cuerpo ya está conectado, tú no estás conectando nada, lo que tú estás haciendo es observar. Sigue observando. Respecto a la luz blanca, sí, algunas personas dicen haber sentido luces, es una sensación, dale la misma importancia que a cualquier otra, es decir, cero, ¿cómo te lo tengo que decir cabronazo?

Ahora bien, la razón principal que he encontrado para no contar abiertamente las experiencias es una pura cuestión de foco, nada más.

Veamos lo que dice nuestro amigo Krishnamurti:

No hay meditador en la meditación. Si lo hay, no es meditación. La meditación es un estado mental en el que se mira todo con completa atención, totalmente, no sólo partes de él, y nadie puede enseñarte a estar atento. Si algún sistema te enseña a estar atento, entonces estás atento al sistema, y esto no es meditación.

¿Qué quiere decir esto?

Un ejemplo: Voy a intentar sentir mi mano derecha, así que focalizo mi atención todo lo que puedo en percibir su energía. Si tengo el pensamiento de querer sentir la mano, entonces no estoy sintiendo la mano al 100 %, pues parte de mi foco, de mi energía, está en aquel pensamiento. Sólo si concentro mi atención completa, al 100 %, en la mano, estoy en un estado meditativo. Soy la mano, soy la energía de la mano, nada más.

Es decir, no hay un mono comentarista diciendo: mira, una mano, siéntela, venga siéntela. Ese mono comentarista te aleja de la meditación, ese mono te aleja de la mano 🙉.

Hasta que sea capaz de llegar a ese momento de forma habitual, el hecho de contar cosas a otras personas pone palos entre mis ruedas, ya que al hacerlo estoy alimentando la parte del pensamiento sobre el hecho de querer sentir mi mano, y cuanto más lo cuento más lo alimento en lugar de estar alimentando el sentir la mano.

Como decía, es cuestión de foco, de energía. Por ahora, imaginemos que soy capaz de emplear un 70 % de mi energía en pensar que quiero sentir la mano, y un 30 % en realmente sentirla. A medida que avance por el camino, el sentir irá aumentando y el pensar en sentir, reduciéndose.

Cuando llegue de forma habitual a sentir la mano al 100 %, entonces podré contarte el cómo y quizás sea algo sabio y tenga valor.

Hasta ahora, hasta entonces, soy un mono 🐒.

Eso me lleva a recordar otra experiencia.

Remontando el río

Otra noche, cuando estaba tumbado en la cama y me puse a sentir todo el cuerpo en su totalidad, tratando de concentrarme más y más, volviendo una y otra vez a la respiración y sintiendo, sintiendo, sintiendo, tuve una percepción curiosa.

En un momento determinado, siento que desconecto del cuerpo, que ya no existe controlador, que ya no hay una mente «agarrada» al cuerpo sino que el cuerpo está por un lado y el pensador, o mejor dicho, la conciencia, está por otro, es decir, que ya no hay señales eléctricas ocupadas de la autonomía del cuerpo sino que el cuerpo está ahí funcionando, sin mí.

Quizás es el primer Shavasana que hago hasta ese momento de mi vida, curiosamente justo cuando no estaba intentando hacer Shavasana.

Eso me recuerda una vez más que las posturas no hay que hacerlas, sino permitirlas ser, suceder, brotar, manar.

Respecto a remontar el río, veamos qué dice Eckhart Tolle:

Lo no manifestado es la fuente de chi. El chi es el campo energético. Es el puente entre tu identidad externa y la Fuente. Está a medio camino entre lo manifestado —el mundo de la forma— y lo No Manifestado. El chi es comparable a un río o a una corriente de energía. Si concentras intensamente la conciencia en tu cuerpo interno, estás remontando el río de vuelta a su fuente. Chi es movimiento; lo No Manifestado es quietud. Cuando llegas a un punto de quietud absoluta, que sin embargo vibra de vida, has ido más allá del cuerpo interno y más allá del chi a la Fuente misma: lo No Manifestado. El chi es el vínculo entre lo No Manifestado y el universo físico.

Bien, pues aquel día empecé a remontar el río o, mejor dicho, me dejé mecer por el río corriente arriba, ascendiendo, como tumbado en una balsa de madera que navega un gran río en mitad de un bosque, con las manos detrás de la cabeza, relajado, admirando el cielo, los pájaros, el viento, el sinuoso fluir de la corriente.

Entonces, en el momento más bonito, de más paz, de más profundidad, de más presencia, de más energía, en el momento cuando me doy cuenta de que estoy en ese momento tan cojonudo en vez de realmente estar en ese lugar, es decir, cuando dejo de sentir y me pongo a pensar en sentir, es decir, cuando cambio el foco de energía del 80 % (sentir) – 20 % (pensar) al 20 (sentir) – 80 (pensar), destruyo la balsa de madera y me intento subir a una canoa con remos, luego imagino de repente que un hidrodeslizador iría mejor para la ocasión para así remontar más rápido y me pongo además a instalar un motor fuera borda de 3000 caballos Rolls Royce, y entonces, tambaleándome por el fuerte oleaje que ha comenzado a sacarme de ahí, quiero ponerme en posición aerodinámica en la proa como cuando Rose le dice a Jack ¡estoy volando Jack! y, gritando, histérico y poseído, sin razón o, lleno ahora de ella, alcanzo a decir:

¡Diosito allá voy espéreme YIJAAAAAAAAAAA!

Es decir, trato de sentir con más fuerza, con más intensidad, intento de llegar al 90, al 100, al 102 % sobre 100.

Y como resultado de intentar sentir, dejo de sentir.

A tomar por culo sensación, adiós río, adiós chi, adiosito Diosito, adios Brahman, adiós campo cuántico, adiós no manifestado. ¡Hola de nuevo mono! ¡Hola Antonio! ¡Hola pensador! ¡Hola sujeto!

Mira Moyo, habla de Diosito, habla de él, habla de lo feliz que eres, habla de cómo es eso de remontar el río, sorpréndenos a todos Moyo.

Acallando la mente discursiva, es decir, callando al mono

Todos los maestros que he conocido, o sea, dos, dicen lo mismo: para volver al presente, ánclate en la respiración, o ánclate en las sensaciones.

En este retiro he empezado a comprender el cómo, es más, he empezado a tener un cierto éxito.

Nuestra mente está constantemente hablando, opinando. Durante los últimos años de meditación, desde que empecé a comprender que había un pensador ahí todo el rato a menudo molestando y alejándome del presente, he intentado acallar la voz mediante la respiración, pero la realidad es que nunca había tenido demasiado éxito porque no sabía que la mente, sibilina, me tendía trampas.

Me explico.

Imagínate que estoy intentando meditar y que de repente surge un pensamiento «negativo» (o «positivo», en realidad da igual). Imagínate que por ejemplo la mente se pone a hablar de lo cabrón que es mi amigo.

Mente: Antonio, tu amigo es un un mamonazo, recuerda lo que te dijo el otro día, y cómo te miró con esa mirada suya de…

Entonces yo me doy cuenta, recuerdo que estoy meditando y trato de volver a la respiración.

¿Y sabes lo que hace la mente?

Mente: A ver a ver, Antonio, espera, te estaba contando una historia, no me dejes a medias. Déjame terminar la anécdota sobre tu amigo y luego sigues con la meditación, las cosas tienen un órden, Antonio.

Y yo a mi vez pensaba, coño pues tiene sentido, si estaba pensando en eso, terminemos ese pensamiento.

¿Pero sabes? los pensamientos no son tú sino que los pensamientos te suceden a ti, como sensaciones que surgen para luego desaparecer.

La mente intenta acaparar tu atención para que no te olvides de ella, especialmente cuando tienes intención de hacerlo.

En este retiro he conseguido, en un número bastante elevado de veces, de, en vez de tratar de acallar al mono, es decir, en vez de pensar en acallarlo, he tratado de conectar con la respiración inmediatamente, sin dar tiempo al pensamiento, sin dar tiempo al discurso, sin dar tiempo a los trucos.

Es decir, sin negociar con mi mente.

En resumen: No es cuestión de callar al mono sino que es cuestión de sentir la respiración, entonces… y ahora viene la magia, si se calla el mono, será una consecuencia, no una búsqueda, sino una consecuencia.

En resumen del resumen: No busques acallar la mente, sino intenta activar la respiración.

Mujeres, empezando a comprender el deseo

En mi primer retiro, cual adolescente alocado, cual monete en pañales, miraba a las mujeres aún sabiendo que no había que hacerlo, aunque no comprendía el por qué. En el segundo retiro empecé a darme cuenta de ciertos patrones que se repetían, aunque no lograba entender qué era.

En este retiro he empezado a vislumbrarlo, aunque aún de lejos y con un catalejo guarripeich.

Al estar tres veces en un mismo sitio en tiempos diferentes, con caras nuevas cada vez, con más entrenamiento y con más percepción, he visto que no son las mujeres lo que me atraen y lo que me hace buscarlas sino la sensación de búsqueda, de novedad, de ansia.

La falta de foco, la falta de presencia, la falta de sentir mis propias sensaciones.

La mujer en cuestión es simplemente un vehículo que me entrega el ansia. Se marcha el vehículo pero sigue el ansia y entonces busco un nuevo vehículo. Otra cara, otra sonrisa, otro cuerpo, otras tetas, da igual.

Hablando en términos energéticos, tengo un 99 % de energía fuera y un 1 % dentro, es decir, mi energía está dispersa, diseminada, no unificada, y aún así sigo buscando, curiosamente y de manera ignorante, fuera.

Por fin empiezo a comprender las palabras de Buda sobre que las principales causas de la infelicidad son el deseo y la aversión.

Si te pasas la vida buscando fuera, o evitando lo que hay fuera, es porque eres un moñas que no ha comprendido nada.
Buddha

Por fin empiezo a comprender qué significa realmente una relación consciente, que no es otra cosa que una relación consciente de las sensaciones corporales, una relación donde el sentir prevalece sobre el pensar, donde el ser prevalece sobre Moyo en pañales borracho como locutor de radio hablando sobre el ser.

Entonces, cuando tú eres capaz de sentirte, de ser, y aparece en tu vida una persona que es capaz de sentirse, de ser, si os unís, ocurren cosas, vínculos energéticos sanos, creaciones.

La felicidad está por ese camino. Aún no sé dónde está, aún está todo cubierto espeso y repleto de maleza, aún no entra la luz más que por unos diminutos recovecos, pero ahora sé que hay un camino.

Ahora empiezo a comprender con bastante claridad, que todo lo que he escrito sobre cómo ligar, es, no nefasto porque aún creo que tiene cierto valor, pero sí bastante alejado del valor real.

En fin, lo que puedo afirmar ahora con rotundidad y confianza, con estoicismo incluso, es que no volveré a buscar una mujer como lo hacía antes.

Exactamente 1,7 segundos después… ¡Anda mira, una mujer!

Corriendo los velos de la ignorancia, parte 1

En esta ocasión, el universo trajo un gran regalo. Un compañero de habitación vino a entregarme una prueba.

Una mañana salgo de una meditación por la mitad y me voy a la cama. Pasado un rato, medio dormido, medio intentando sentir las sensaciones, empiezo a escuchar un ruido que me resulta sospechosamente familiar. Si agarras el moflete y lo levantas y sueltas repetidas veces sabrás lo que quiero decir.

Sí, en un retiro Vipassana, en un retiro donde se espera que la disciplina y la abstinencia sexual vayan de la mano, un compañero mono estaba usando su mano para darle al banano 🍌, es decir, se está masturbando.

¿Pero qué coj…? Dice mi mente.

Hago una fuerte respiración para que me escuche, me quedo unos segundos no sabiendo muy bien qué hacer ahora que le he pillado infraganti con las manos masajeantes en la zona circundante en la allá conocida como del chakra raíz, me levanto cabreado y me voy.

Un rato después me lo encuentro en el comedor, y aunque no nos podemos mirar, noto su presencia, su mirada huidiza, su «mierda me has pillado pelándomela me disculpe usted era mi primerito día».

Entonces yo, uniendo este hecho con otros como que hace ruido por la noche, que come cosas a escondidas en la cama haciendo tanto ruido que parecía aquello una broma, que ronca casi tanto como mi amigo Salvador, que suda tanto como yo, que se salta prácticamente el 100 % de las meditaciones, empiezo a odiarle.

Empiezo a generar ira hacia él.

Mi mente: Vaya pedazo de cerdo orangután malparío vago delincuente truhan pajillero.
También mi mente: Pero qué dices Antonio, si es tu hermano, además no estás siendo ecuánime, no estás observando la situación, no estás siendo un mero testigo presencial. Anda, vuelve a la respiración, cállate un poquito.

Inspiro… espiro… inspiro… espiro…

Una vez más mi mente: Bueno pues eso, que vaya pedazo de cerdo… quién se ha creído, hacerte esto a ti… a ti se te respeta huevón…

Y así seguíamos mi mente y yo durante días, peleándonos por aquel pobre chaval que a mi parecer mostraba más síntomas de ignorancia de lo que yo deseaba.

Y entonces… un día le escuché llorar. Otro día le escuché un quejido como de abatimiento. Otro, un suspiro de resignación.
Y entonces… la magia se empezó a producir, entonces empezó a manar, aunque por goteos, la compasión en mí.

El último día, cuando ya podíamos hablar, me acerqué a él con una sonrisa que en la escala de sinceridad de uno a diez juraría era un nueve punto siete y, mientras lo hacía, volví a mi respiración, volví a mis sensaciones.

Hola, me llamo Antonio, sólo quería saludarte. ¿Cómo estás? ¿Has disfrutado el curso?

Aquel chico gordito empezó a sudar y hablar, a hablar y sudar. Me contó su película. Me contó su enfermedad, me contó su imposibilidad de ir al baño durante ocho días, me contó sus dolores, me contó su esfuerzo interior, su amor por la práctica, su intento de hacer las cosas bien, me contó su realidad o, al menos, la realidad que por entonces veía.

Y al escucharlo, al sentirme, al respirar, al observarlo con una ecuanimidad de ojalá ocho punto nueve sobre diez, noté cómo un gran velo, una gran cortina de ignorancia, empezaba a correrse, a eliminarse y, entonces, comenzó a pasar la luz, y, entonces, empecé a verle a él como de verdad era.

Cuando se fue, sólo pude decir: Gracias. Gracias. Gracias. Gracias por el aprendizaje. Gracias por el regalo.

La mente pasa la mayor parte del tiempo perdida en fantasías e ilusiones, reviviendo experiencias agradables o desagradables y anticipando el futuro con entusiasmo o miedo. Mientras estamos perdidos en tales ansias o aversiones, no somos conscientes de lo que está pasando ahora, de lo que estamos haciendo ahora.
S. N. Goenka

Corriendo los velos de la ignorancia, parte 2

El último día, ese en el que ya podíamos hablar, unos cuantos compañeros y yo nos sentamos en el suelo. Éramos cuatro y otro chico y yo llevábamos la voz cantante. Yo trataba de hablar y él me interrumpía, una y otra vez. Sigue, sigue, ¿qué estabas contando?

Cuando él hablaba, un fuerte impulso en mí trataba de interrumpirle aunque afortunadamente con bastante éxito y gracias a los nueve días previos de esfuerzo, lo contenía.

Hablamos y hablamos, y en un momento, empiezo a darme cuenta de que yo hablo y hablo y hablo y hablo. Y los demás me preguntan, y yo me ruborizo, y yo quiero más, más, más.

Dejadme hablar a mí que aquí yo soy el importante.

Entonces súbitamente me doy cuenta de dónde estoy y de qué está ocurriendo. Siente Antonio, ¿qué está ocurriendo en tu interior? ¿qué pasa allá donde tu inconsciente está completamente consciente de las sensaciones? y con los ojos abiertos me callo y me agarro primero al ancla, a la respiración. Después, empiezo a sentir el pecho, el estómago, el plexo solar, la cara.

Frío. Calor. Frío. Calor. Frío. Calor. Y al mismo tiempo, noto que mi energía se está yendo, disipando.

Pero ahora la hago volver.

Le dejo hablar. Y él habla, y habla. Y los otros escuchan, escuchan, y a veces hablan también, la conversación toma otro camino, mejor creo, menos abarrotado. Me relajo, divido mi atención, es decir, divido mi energía lo mejor que puedo en escucharme al tiempo que le escucho a él.

Entonces la magia comienza a surgir. Ya no tengo necesidad, ansia, de hablar. Sólo escucho, presente. Y de sólo escuchar, presente, me doy cuenta de que realmente empiezo por primera vez a escuchar, a observar. Empiezo a comprender sus palabras. Sus emociones. Qué quiere decir. Qué quiere transmitirme. Empiezo a atisbar, de lejos, cuáles son sus ignorancias, sus sabidurías.

Y ahí me dejo llevar, subido en una balsa de madera por la corriente de la conversación, al rato, saco la mano, toco el agua del río con los dedos y agarro un velo, una gran cortina muy pesada. Y según voy avanzando por el río, enganchado a ella, la luz empieza a pasar iluminando la balsa.

Otra cortina de ignorancia está empezando a ser corrida, no eres el puto centro de atención, a ver cuánto me dura. Gracias. Gracias. Gracias.

En la meditación te retiras de los demás y enfocas tu atención en tu interior para ganar pureza de mente y energía de sabiduría. Entonces debes volverte extrovertido y usar esta energía. Cuando das un salto largo, primero debes dar algunos pasos hacia atrás. Luego corres y das el salto. Así, primero te retiras, te observas a ti mismo, desarrollas la claridad y desbloqueas la sabiduría. Luego das un salto largo a la sociedad, para servir a la sociedad. Estos dos pasos no pueden ser separados.
S. N. Goenka

Sensaciones corporales, conócete a ti mismo

He sentido, por primera vez, el cogote. Llámame héroe. Y aún hay más.

He sentido los parietales, el frontal, el occipital, he sentido la mandíbula, los huesos nasales desde el interior. He empezado a percibir movimientos sutiles en el cráneo, lo he visto como si fuera un contenedor que alberga un cerebro.

En breves ocasiones, muy breves ocasiones, creo que he sentido el cerebro. También creo que estoy rompiendo mi Sila (moralidad, honestidad), porque posiblemente es una sucia mentira.

Me he asomado a la garganta por su interior, he sentido como un agujero que se zambullía allí dentro del cuerpo.

Juraría que he recorrido el tuétano de los huesos, muy en su interior, como un equilibrista recorriendo una cuerda sin salirse demasiado.

Compruebo una vez más que Goenka tiene razón:

Si trabajáis con firmeza, con determinación, con diligencia y con paciencia, con perseverancia, alertas y ecuánimes, lo lograréis, sin duda lo lograréis.

Dividiendo, dividiendo, dividiendo… seguid avanzando, alertas y ecuánimes.

Comienzo a percibir la separación (unificada) del cuerpo, como un edificio de piezas en tres dimensiones que alberga un observador en su interior que va iluminando diferentes partes, acercándose a unas y a otras.

Algunas zonas de mi cuerpo, antes en blanco, antes densas, antes oscuras, antes agazapadas, tímidas tras un matorral ante mi atenta búsqueda, empiezan a descubrirse, a mostrarse.

Por fin, tras días sin aparentes resultados, contemplo que mi cuerpo sigue en su proceso de despertar.

Dolor

Antonio: Allá por el minuto cincuenta y cinco, cuando el dolor es más terrible, no puedo seguir concentrado escaneando arriba y abajo. ¿Puedo en esos últimos minutos focalizarme sólo en explorar el dolor, los recovecos, dónde empieza, acaba, irradia?
Profesor: Si es sólo unos minutos, y si tratas de mantener la ecuanimidad, sí. Pero, ¿por qué le llamas dolor? el dolor es una etiqueta muy general. ¿Qué hay dentro de eso que tú llamas dolor? ¿es picor? ¿calor? ¿tensión? ¿pinchazos? Obsérvalo, curioso, como si fueras un médico investigando el cuerpo de otra persona.

El ahora

Allá por el cuarto día experimenté el ahora, quizás por primera vez en mi vida.

Generalmente, desde el minuto uno de llegada estoy pensando los días que me quedan para terminar, las horas que quedan para terminar el día, los minutos que quedan para terminar las horas.

Quedan nueve días para salir. Bien.
Quedan ocho días para salir. Bien.

Siempre admiro a los meditadores avanzados, cómo pareciera que no estuvieran allí. Ellos no miran a nadie, no hacen ruidos, no se quejan, suspiran, huyen. Ellos actúan como si la dureza de las piedras del camino no magullara sus pies, como si ellos simplemente hicieran lo que tienen que hacer, como si ellos simplemente fluyeran en una balsa de madera con las manos en la nuca admirando el cielo azul.

Y un día, de repente, sé que, aunque fue durante poco tiempo, no hubo tiempo. Dejé de ansiar, dejé de buscar resultados, dejé de querer terminar, dejé de querer estar en otro lado. Sólo estaba. Sólo era.

Antonio: Ayer experimenté lo que creo es una falta de ansia por terminar, creo que experimenté el ahora, me di cuenta después. ¿Es esto parte del camino? ¿es esto parte del desarrollo de la conciencia? ¿hay un momento en el que si sigo caminando, llegaré a dejar de querer que las cosas terminen?
Profesor: No si lo buscas, pero sí Antonio, en ese momento eres Dhamma. Sólo Dhamma.

Ah, ¿estás ahí? Querido lector, querida lectora, que no te lo cuenten. Experiméntalo. Tú puedes, créeme.

Que seas feliz, y gracias, de corazón, por leerme.

¿Quieres suscribirte?

Es gratis, y si te cansas de mis emails te desuscribes, que también es gratis.

Reader Interactions

Comments

  1. Fernando says

    13 julio, 2020 at 5:28 pm

    Primo, me pierdo en lo que dices. Me estoy quedando muy atrás.

    • Antonio Herrero Estévez says

      14 julio, 2020 at 6:43 am

      ¡Qué va! no es que te quedes muy atrás sino yo muy adelante. jajaja, es broma.

      Lo que pasa primo creo que es lo siguiente:

      1) Que yo aún no comprendo a la perfección (vamos, ni a la perfección, ni cerca) muchos términos, y por tanto no lo explico de una manera fácil y comprensible para TODO el mundo.
      2) Que en estos artículos sobre Vipassana, voy dando por sentadas ciertas cosas que ya he contado más en detalle en otros sitios.

      El budismo (al menos el budismo que yo conozco) tiene varias particularidades, por ejemplo, es que todo lo que dicen tiene que ser absoluta y meridianamente claro, sin juegos mentales, sin misticismos, sin historias raras vamos.

      Otra particularidad es que no te cuentan nada que no estés preparado para escuchar. Si tú puedes comprender A, entonces te hablan de A. Cuando puedas comprender B, te hablarán de B.

      Y por último (y quizás más importante) nos encontramos con que lo que hago en este blog en estos artículos en particular, es contar cosas que son un poco «B», cuando muchas personas que me leen sólo comprenden «A», ¿y por qué hago eso? Bueno, pues primero lo hago porque este blog lo uso primordialmente como mi diario personal y como mi lugar creativo donde expresarme y disciplinarme semanalmente para desarrollar mi escritura, independientemente de quién me lea, y por el otro, lo hago por ego, es decir, lo hago para que me admire la gente. A medida que vaya desarrollándome, ojalá, dejaré de tratar de impresionar a nadie.

      Para todo lo demás; llámame y hablamos. Un abrazo,

  2. Angeles says

    14 julio, 2020 at 2:39 pm

    Gracias Antonio!
    Me encantan tus experiencias Vipassana y encima me haces reir un rato!
    Saludos

  3. Alberto says

    23 julio, 2020 at 6:55 pm

    Hola, Antonio:

    Soy uno de tus compañeros de retiro, compañero también de curvaturas dorsales. De momento, solo he leído esta entrada de tu blog, pero ya tienes un nuevo suscriptor.

    Creía que ya no podía aprender nada más sobre el curso, pero estaba equivocado. Gracias por compartir tu experiencia.

    Ah, por cierto. Quizá ya no lo recuerdes, pero nunca es tarde para rectificar la desinformación. Aquella palabra que solté conversando contigo, «pervadir», no existe en español, fue un calco de la palabra inglesa «pervade». No me extraña que no la hubieras oído.

    Perfeccionismo, ya puedes descansar.

    Te seguiré leyendo.
    Alberto

    • Antonio Herrero Estévez says

      24 julio, 2020 at 2:43 pm

      ¡Hola Alberto! qué alegría verte por aquí, gracias por tus palabras, ha sido un placer pervadirte con mi experiencia 😉

  4. Silvia says

    19 agosto, 2020 at 10:10 pm

    La profundidad en tus reflexiones (de esa manera tan sincera, tan humana) combinada con tu sentido del humor es lo que más me engancha a seguir leyéndote (el mono es difícil de evitar el joío..)
    Antonio, gracias a tí siempre por escribir y compartir cada semana ☆ 🙂

    • Antonio Herrero Estévez says

      31 agosto, 2020 at 3:12 pm

      Muchas gracias por tu bonito comentario Silvia 🙂

      ¡Tenemos pendiente una llamada!

  5. Ana Navarro says

    12 noviembre, 2020 at 12:26 pm

    Hola Antonio,

    Como he disfrutado de tu experiencia, muchas gracias por compartir.
    Yo llevo ya varios años también en el camino de Vipassana… y aunque cada uno tiene su experiencia, para mi es enriquecedor conocer las experiencias de otros compañeros del camino
    También hice un retiro en Sacca en Julio y sin sistema de climatización¡¡¡ este año..
    Metta

    • Antonio Herrero Estévez says

      12 noviembre, 2020 at 4:13 pm

      ¿Ah sí? ¿y lo cuentas en algún lugar? Si estuviste en Julio, ¡casi seguro seguro estuvimos juntos!

      Un abrazo grande y muchas gracias por tu comentario

      • Ana Navarro says

        13 noviembre, 2020 at 7:36 am

        No, no tengo blog.. la verdad es que nunca he pensado en escribir mis experiencias… igual no estaría mal¡¡
        Estuve en julio pero en el curso de Satipatthana, , la verdad que las dos veces que he estado en Sacca ha sido para hacer el curso de Satipatthana, los otros cursos han sido en Neru..
        Al leer tu experiencia con el calor de 43 grados en Sacca y que decías que no volverías a hacer un curso en Julio… eso mismo pensé yo¡¡¡ en el primero que fui a Sacca en Julio y eso que en ese año si teníamos climatización¡¡¡ pero volví este año y encima sin climatización… y también he pensado que no volvería en julio mas…. ya veremos…. ya sabes todo cambia…
        También he hecho algún año dos cursos y bueno ahí voy, practicando.. practicando, practicando
        Un abrazo enorme Antonio

Copyright © 2021 · Ricosylibres.com | Porque abundantes y libres era muy largo
Aviso Legal